La austeridad real y no formal, sus críticas al mercado internacional cuya alta dosis termina en el neoliberalismo, su pensamiento anticonservador, la incomodidad de políticas antisociales incluyendo las de su propio país y su intolerancia al abuso de poder que incluyó a su propia organización eclesiástica, hicieron al Papa Francisco un líder de la Iglesia Católica diferente y contrastante con Juan Pablo II y su propio antecesor Benedicto XVI, por lo que no fue solamente diferente por las circunstancias históricas que lo convirtieron en el primer Papa nacido en América. Respecto a la
muerte que es un capítulo inevitable
para cada alma y para cada acompañante de esa alma que rompe tarde o temprano
la unión acompañante y acompañado, el Papa Francisco advirtió a aquellos que
están llenos de vida y a aquellos que se han desgastado y a aquellos que están
en agonía: "Todos tenemos esta debilidad de vida que es la muerte que es
una vulnerabilidad, existe una reflexión
de que todos somos iguales en la vulnerabilidad. Todos somos vulnerables y en
algún momento esta vulnerabilidad nos conduce a la muerte. Por esto, vamos al
médico para ver cómo va mi vulnerabilidad física”. El Papa Francisco en una
posición reflexiva más que trágica,
analizó aquello de que para uno es viejo aquel que nos lleva diez años
por delante pero no nosotros, como una manera de querer tener más y mejor vida,
pero lo cierto es que tanto el sano como el enfermo, carga a la muerte cual
bomba de tiempo. Más en www.somoselespectador.blogspot.com
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