En una especie de limpia de conciencias que para muchos resulta una autocrítica para querer dar un borrón y cuenta nueva por parte de televisa por medio de su nueva plataforma de Televisa, es que la que era la única televisora privada de los años ochentas, está presentado la serie "¿Qué onda con los 80s?", que para el televidente poco analítico y privado de su voluntad, resulta un pasaje de lindos recuerdos de lo que eran los programas de televisión de hace cuarenta años por el canal 2, pero para quien ha vivido los cambios de México en los últimos seis años y para la generación Z, resulta un álbum en pantalla, que relata lo mucho que estaba atrasada la sociedad mexicana ante la telecracia y la presidencia dictatorial, lo que facilitó el saqueo nacional y fomentó la acción corruptiva. La televisión basada en el entretenimiento, fomentaba programas de sumisión, intelectuales orgánicos y autorías en que el tema musical habituaba la pobreza y la crisis como un sistema político que a la vez se contradecía con la cultura del aspiracionismo que se deleitaba con certámenes de belleza y festivales que tenían explicita la trampa, mientras se creaban falsos rockeros y líderes de opinión que terminaban agachados ante la presidencia de la república. El asesinato al candidato presidencial Colosio como lucha del poder económico sobre el político entre corruptos, así como las terribles devaluaciones monetarias y el terremoto a mitad de los ochentas, comenzaron a fortalecer cambios bajo el freno de manos del fraude electoral que resultaron sistemáticos hasta desgastarse y ser inoperantes para un socio comercial imperialista que no podía permitir estar sentado en la misma mesa que un suplantador, y dio pie a las elecciones libres en donde el pueblo que había sido engañado con la alternancia pripanista, no dudó en votar por un cambio de régimen con el lópezobradorismo que en seis años de gobierno en vez de fallar se consolidó y destrozó los esquemas operativos y de comunicación convencionales, aunque reinas de la radio y damas del buen decir, se resistieron a no reestablecer, pero que ya resultan chatarras infuncionales ante un modelo neogeneracional, basado en una mentalidad global y tan renovadora como cuestionablemente desechable , lo que no permite apegos permanentes que era la base del efecto televisivo en aquellos años ochentas y parte de este siglo. Más
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